Educar a los hijos para que sean responsables es uno de los principales objetivos de los padres. La responsabilidad es una cualidad que indica un cierto grado de madurez y compromiso, tanto con los demás, como con uno mismo. Ser responsable implica asumir una serie de obligaciones y responder ante los propios actos.
Los padres no pueden estar siempre detrás del niño o del adolescente para hacerle cumplir las normas. Lo que se ha de lograr mediante estrategias educativas adecuadas es que estas normas queden tan arraigadas en ellos, que lleguen a comportarse de una manera responsable también cuando no haya nadie que les indique lo que han de hacer o dejar de hacer.
La mejor manera de transmitir a nuestros hijos el valor de la responsabilidad es creando un ambiente donde pueda encontrar la información sobre
cada una de las opciones entre las que puede elegir y las consecuencias de cada una de ellas, proporcionándoles, al mismo tiempo, los recursos adecuados para poderlas llevar a cabo.
Para fomentar la responsabilidad es necesario:
‐Establecer normas y límites: todos necesitamos puntos de referencias para
saber en cada momento lo que podemos y debemos hacer, lo que está bien y lo que está mal, lo que ocurrirá si no se respetan las normas. Educamos para vivir en sociedad. Por eso permitir que el niño haga siempre lo que quiera no educa para la vida adulta. Pero es evidente que estas normas y límites han de cumplir con unos requisitos:
. Que sean sencillas y simples.
. Que sean justas.
. Que los niños tengan muy claro cuáles van a ser las consecuencias si no las
cumplen.
. Que apliquemos las normas de forma coherente y sobre todo, justa.
Siempre que sea posible, permite que tus hijos elaboren sus propias normas
sobre tiempo de estudio, diversión, tareas de casa, etc., dejándoles claro que además de decidir deben cumplir con ellas.
‐Dar responsabilidades atendiendo a las capacidades y necesidades del niño.
‐Los padres deben ser coherentes comportándose siempre de la misma
manera, en base a unos principios y valores.
‐No ser arbitrario. Las normas sirven para todos igual, en todos los momentos, por eso tienen que ser concretas y respetadas por todos. Pero al mismo tiempo, también tienen que ser flexibles y estar abiertas a los cambios.
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