miércoles, 20 de julio de 2016

Importancia y beneficios de la leche materna

La leche materna es, sin duda, el mejor alimento infantil que existe; es el más equilibrado y contiene todos los nutrientes necesarios para el correcto desarrollo del recién nacido. Pero, además, también tiene beneficios para su sistema inmunológico y su salud a largo plazo (por ejemplo, previene de la obesidad y favorece un mayor coeficiente intelectual).
El calostro de los primeros días
Tiene un alto contenido en proteínas y es el alimento perfecto para satisfacer las necesidades del recién nacido. Esta leche de apariencia entre blancuzca y amarillenta se llamacalostro, y es rica en nutrientes y anticuerpos que el bebé necesita justo después de nacer.


La leche materna
Proporciona gran cantidad de defensas inmunológicas y estimula el desarrollo de su propio sistema inmunológico. El calostro contiene una sustancia llamada inmunoglobulina secretora, la cual forma una capa protectora sobre las membranas mucosas en los intestinos, nariz y garganta del bebé, precisamente las partes más susceptibles a virus, bacterias e infecciones.
Ayuda a reducir la absorción de bilirrubina. Si el bebé ingiere la leche materna suficiente, eliminará el excedente de bilirrubina a través de las heces.
Tiene un efecto laxante, se digiere fácilmente y es por eso que el bebé la demanda frecuentemente, lo que facilita la estimulación de leche materna. 
Proporciona los nutrientes necesarios en la proporción y temperatura adecuados. La leche materna ofrece la combinación ideal de nutrientes para el bebé, incluyendo las vitaminas, proteínas y grasas que necesita. Además, su composición cambia conforme crece el bebé, de modo que satisface las necesidades en sus diferentes etapas de desarrollo. 
Se digiere y asimila con gran facilidad. Esto previene incomodidades en el bebé relacionadas con su insipiente sistema digestivo, incluyendo diarrea, estreñimiento y cólico.
Proporciona anticuerpos de la madre y alarga el periodo de inmunidad natural. La leche materna contiene anticuerpos que le ayudan a tu bebé a combatir diferentes tipos de virus, bacterias e infecciones. Pero aún más importante, debido a que provienen de la madre, los anticuerpos que se transmiten son específicamente aquellos que le permiten combatir los peligros a los que el bebé está expuesto en su medio ambiente. La nutrición en las primeras etapas de la vida del bebé es determinante en el desarrollo del sistema inmunológico del bebé.
Reduce la predisposición a enfermedades respiratorias. Los bebés que se alimentan con leche materna exclusivamente durante los primeros seis meses de vida tienen menos infecciones en el oído, enfermedades respiratorias (incluyendo asma), y molestias digestivas e intestinales.
Previene las alergias. Los bebés alimentados con leche materna también sufren menos alergias a alimentos, factores ambientales y en la piel. 
Disminuye el riesgo de desarrollar obesidad. Como la leche materna contiene la nutrición exacta que el bebé requiere y la cantidad consumida es autoregulada, tiene mejores probabilidades de aumentar el peso justo y comer únicamente la cantidad necesaria. 
Los cambios de sabor, según la alimentación de la madre, preparan al niño para aceptar mayor variedad de alimentos. La variedad de sabores que recibe el bebé en la leche materna lo prepara mejor para aceptar los diferentes sabores de la comida sólida. 
Favorece el correcto desarrollo de la mandíbula, los dientes y el habla. El acto de succión contribuye al avance de la mandíbula del bebé alcanzando una posición apropiada alrededor de los 8 meses. Si esta succión se realiza con tetina, los movimientos que realiza el bebé son más pasivos y los músculos de la mandíbula no se desarrollan tanto. Es por ello que una correcta succión y deglución son de vital importancia para el óptimo desarrollo de las estructuras orofaciales y así prevenir alteraciones del lenguaje.
Crea un fuerte vínculo entre madre-hijo. Cubriendo necesidades como la proximidad y seguridad que favorecen la autoestima del niño y la relación con la madre.



lunes, 18 de julio de 2016

Consejos para el cuidado de bebés recién nacidos en verano

Los recién nacidos son muy delicados y requieren múltiples cuidados infantiles especiales. Estas atenciones se deben reforzar todavía más en verano, cuando el calor genera riesgos que no existen en otros momentos del año, tales como deshidratación, golpe de calor, quemaduras, ataques de insectos y problemas para dormir.
Por eso, considero de gran interés dar los siguientes consejos para sobrellevar las altas temperaturas en los bebés nacidos en esta época.



-Hidratación:

Los bebes recién nacidos no deben tomar agua. El medio de alimentación e hidratación exclusivo durante sus primeros seis meses de vida, siempre que sea posible, debe ser la lactancia materna. Así lo recomiendan la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Española de Pediatría (AEP) y otros organismos oficiales. El Comité de Lactancia Materna de la AEP remarca que el niño que se amamanta a demanda (es decir, cada vez que lo solicita) "no necesita ningún otro líquido, ni agua ni infusiones", tampoco en los meses de verano.
En los recién nacidos que no toman el pecho, la hidratación también se realiza a través de la leche de fórmula. Las recomendaciones de los pediatras indican comenzar con unos 50 mililitros diarios por cada kilogramo de peso del bebé y aumentar entre 10 y 20 mililitros cada vez. 
Como es posible que en los días de calor el niño demande leche con mayor frecuencia, es aconsejable que la madre le ofrezca el pecho o el biberón en reiteradas ocasiones, más que en los días templados o fríos. De todos modos, el bebé desarrolla sus propias formas de expresar que tiene hambre (o sed): busca el pecho, se lleva la mano a la boca,  hace ruiditos que los padres y madres irán reconociendo a medida que se familiaricen con él.

-Temperatura:

Cuando hace mucho calor, el aire acondicionado es la solución para soportarlo en muchos hogares. Sin embargo, cuando tenemos un bebé es importante tomar una serie de precauciones para evitar exponerlo al chorro de aire de forma directa, que es lo que nunca debemos hacer. Por tanto, conviene poner el aire acondicionado unos minutos antes, para refrescar la habitación,  antes de llevar al bebé y apagarlo o subir un poco la temperatura del termostato cuando el bebé esté allí.
La temperatura de la habitación girar en torno a los 22 ºC. Ten en cuenta que los bebés son muy sensibles a las variaciones térmicas. Para mantener la temperatura de la habitación lo más fresca posible durante el día, conviene abrir las ventanas a primera hora de la mañana y a última hora de la tarde y ventilar durante al menos 15 minutos. Evita que tu hijo esté situado en la zona de corriente mientras tienes las ventanas abiertas. Después, baja un poco la persiana durante las horas que más calienta el sol para mantener el frescor durante más tiempo.

Los bebés tienen la misma sensación térmica que los adultos, excepto los recién nacidos, con menos de dos o tres semanas, que aún no regulan bien la temperatura corporal. Los niños sienten más o menos el mismo calor que los adultos y cuando el termómetro sube demasiado, para evitar que sude y que su piel sufra irritaciones y sarpullidos fruto de la sudamina, conviene refrescarle con una esponjita húmeda y, una vez seco, dejarle un rato desnudo en un lugar libre de corrientes de aire.

Para sacar al bebé de paseo en los días calurosos del verano, conviene hacerlo a primera hora de la mañana o bien a última de la tarde cuando los rayos solares son más tenues y la sensación térmica menos sofocante y más agradable. Evita usar las mochilas portabebés  porque el pequeño viaja demasiado pegado al cuerpo de sus padres y éste suele desprender demasiado calor cuando se camina a paso ligero y además, el bebé lleva su tronco completamente cubierto por la tela de la mochila, que también aumenta la sensación de calor.
Por tanto, para días calurosos, elige el cochecito o la sillita para pasear con tu bebé y despliega el toldo o la sombrilla de la sillita para evitar que los rayos del sol quemen su delicada piel. En la silla, tu bebé se encontrará más fresco y libre que en la mochila portabebés. Y no te olvides de las lociones o los aerosoles para ahuyentar a los insectos durante vuestro paseo o excursiones. Es importante que te lo recomiende el pediatra para que sea compatible con la piel de tu bebé y evita aplicárselo en las manos y en los pies porque podría chupárselos.


domingo, 17 de julio de 2016

Niños Felices


Retomo de nuevo el blog después de estar un largo tiempo ausente por motivos varios.
Comienzo con este articulo que leí hace tiempo en la pagina web Baby Center sobre como podemos criar a nuestros hijos partiendo de una base clave como es la felicidad. Espero que os sea de gran ayuda.


Lo que hace felices a los niños podría sorprenderte. Los expertos en desarrollo infantil que estudian el tema afirman que la felicidad no es algo que puedes darle a un niño como un regalo. Es algo que les puedes enseñar. 

Edward Hallowell, psiquiatra y autor de The Childhood Roots of Adult Happiness (Las raíces infantiles de la felicidad adulta), dice que los niños demasiado mimados ya sea porque se les den demasiados juguetes o se les resguarde de sentirse incómodos emocionalmente —son más propensos a ser adolescentes aburridos, cínicos e infelices. 
"Los mejores indicadores de felicidad futura son internos, no externos", asegura Hallowell, quien enfatiza la importancia de ayudar a los niños a desarrollar recursos internos que puedan utilizar a lo largo de sus vidas. 
Afortunadamente no tienes que ser una experta en psicología infantil para animar a tu hijo a encontrar la fuerza interior y la sabiduría que se requieren para superar los altibajos de la vida. Con paciencia y flexibilidad, cualquier padre de familia puede establecer las bases para una vida llena de felicidad. 
Aprende a leer las emociones de tus hijos
Pero, aun así, tal vez te preguntes si en general es feliz. 
Las señales pueden ser obvias: un niño feliz sonríe, juega, exhibe curiosidad, muestra interés en otros niños y no necesita estimulación constante. Y al contrario, afirma Hallowell, las señales de un niño desdichado son igualmente claras: “Es retraído, callado, no come mucho, no se involucra espontáneamente con otros niños, no juega, no hace preguntas, no ríe ni sonríe y habla muy poco”. 
El que un niño sea naturalmente tímido o introvertido, no ría ni interactúe mucho no significa que sea desdichado. La timidez no es lo mismo que la tristeza, pero tendrás que esforzarte más para descifrar sus señales. Hallowell indica que hay que estar alerta para ver si se dan cambios significativos en su conducta (por ejemplo, si se vuelve más aislado o temeroso) que pudieran sugerir algún problema que requiere tu atención
Paul C. Holinger, profesor de psiquiatría del Centro Médico Rush-Presbyterian-St. Luke's en Chicago ha identificado nueve “señales” innatas que los niños usan para comunicar sus sentimientos. También puedes reconocer estas señales en tu pequeño. Dos de las señales, "interés" y "placer" son sentimientos positivos, mientras que las señales negativas, sobre todo “angustia”, “enojo” y “miedo”, indican que el niño es desdichado. 
La mayoría de los padres reconocen que un niño miedoso que se angustia fácilmente no es un niño feliz, pero Holinger comenta que muchos papás no reconocen que un niño enojado usualmente está expresando tristeza. Sin importar la edad, “el enojo es simplemente angustia excesiva”, dice Holinger. Cuando tu hijo golpea a su hermano o avienta sus juguetes, eso significa que está angustiado más allá de su nivel de tolerancia. 
Diviértanse juntos
El juego genera alegría, pero también es la forma en que tu hijo desarrolla habilidades esenciales para su futura felicidad. El juego no estructurado le permite descubrir lo que le gusta hacer — construir torres con bloques de madera, jugar al hospital con sus animalitos de peluche lo cual puede orientarlo hacia una carrera que le satisfará. 
Ayúdalos a perfeccionar sus talentos
También obtiene el beneficio de ganarse el reconocimiento de otros por su logro. Y lo que es más importante, descubre que tiene algo de control sobre su vida: si trata de hacer algo, tiene la satisfacción de darse cuenta de que, con persistencia, llegará a lograr lo que se propone. Los estudios muestran que este sentimiento de control que se experimenta a través de dominar algo es un factor importante que determina la felicidad adulta. 
Hallowell advierte que los niños, como los adultos, necesitan seguir sus propios intereses o no habrá dicha en sus logros. 
Cultiva hábitos sanos en tu hijo
Y presta atención a su necesidad de tener orden en su vida: aunque algunos niños se adaptan fácilmente a distintos horarios y circunstancias, la mayoría de ellos disfrutan y son más felices con un horario establecido que les permite saber qué va a suceder. 
Tal vez también es bueno que prestes atención a cualquier conexión entre el estado de ánimo de tu hijo y ciertos alimentos. Algunos padres encuentran que aunque el azúcar puede dar a su hijo energía momentánea, también puede ocasionar cambios bruscos de humor y conducta agresiva. Las alergias y la sensibilidad a ciertos alimentos también pueden jugar un papel importante en la conducta y el estado de ánimo de tu hijo. 
Deja que trate de resolver sus problemas
“Los padres tratan de arreglar siempre las cosas para sus hijos, tratan de hacerlos felices todo el tiempo. Eso no es realista. No trates de arreglar las cosas siempre”, aconseja Masia-Warner. “Los niños necesitan aprender a tolerar algo de angustia, algo de desdicha. Deja que luchen, que resuelvan las cosas por sí mismos, porque eso les permite aprender a enfrentarse a los problemas” . 
Hallowell está de acuerdo en que permitir que los niños pasen por diversas experiencias, incluso difíciles o frustrantes, les ayuda a llenar la reserva de fuerza interior que conduce a la felicidad. 
Ya sea que un niño tenga 7 meses de edad y esté tratando de gatear o 7 años y tenga dificultades con las sumas y restas, Hallowell indica a los padres que aprenderá a arreglárselas con la adversidad simplemente confrontándola una y otra vez hasta superarla con éxito. 
Aprender a lidiar con las inevitables frustraciones de la vida es crítico para la felicidad de tu hijo en el futuro. Esto no significa que los niños no deban pedir ayuda si la necesitan, pero tu papel es ayudarlos a que encuentren una solución ellos mismos, no proporcionársela. 
Si tu pequeño desarrolla un sentido de independencia y confianza, eso puede llevarlo a tener más autoestima y a ser más feliz. Una forma de ayudar a tu hijo a desarrollar estas cualidades es dejar que juegue solo durante 10 ó 15 minutos, varias veces al día. 
Permítele estar triste o enojado
Los niños necesitan saber que a veces es normal sentirse desdichados. Es, sencillamente, parte de la vida. Y si tratamos de rescatarlo de cualquier desdicha, podríamos estarle enviando el mensaje de que está mal sentirse triste. Necesitamos dejarlos experimentar sus sentimientos, incluyendo la tristeza. 
Puedes alentar a tu hijo a dar nombre a sus sentimientos y a expresarlos verbalmente. Incluso aunque no hable todavía, puedes mostrarle fotos de rostros y preguntarle cuál de esos sentimientos es igual al que él está sintiendo. Los niños pequeños comprenden muy rápidamente las palabras que tienen que ver con su estado emocional, como “contento” o “enojado”. Cuando pueden expresar con palabras sus emociones, adquieren una nueva capacidad de reconocer y regular sus sentimientos. 
Enséñale a compartir y a pensar en los demás
Incluso ayudar en casa con pequeñas tareas hará que tu hijo aprenda el sentido de contribuir. 
Sé un modelo de conducta
Para bien o para mal, los niños perciben el humor de sus padres. Incluso los bebés pequeños imitan el estilo emocional de sus papás, lo cual de hecho activa vías neurales específicas. En otras palabras, cuando sonríes, tu hijo sonríe y su cerebro se “prepara” para sonreír. Pero sé sincera porque tu hijo notará si estás actuando. Si disfrutas de las cosas pequeñas de la vida y expresas a menudo qué te hace sentirte agradecida, serás un modelo positivo de conducta para tu hijo. 
Eso no quiere decir que tengas que esconder tus emociones negativas. Puedes dejar que tu pequeño vea que estás triste porque rompiste tu florero favorito. Y si añades que eso significa que ahora podrás comprar uno más grande, le enseñarás a tu hijo que la tristeza es parte de la vida y al mismo tiempo le mostrarás que siempre se puede encontrar un resquicio de esperanza. 
Sin embargo, si te encuentras constantemente estresada o deprimida, es importante que busques ayuda. “Los padres de familia que tienden a estar deprimidos a menudo no son buenos para proporcionar disciplina y orden de manera constante, ni para alabar a sus hijos con constancia y divertirse con ellos. Todo esto puede contribuir a problemas emocionales”, dice Masia-Warner. 



Tu pequeño seguramente sabe muy bien cómo demostrarte cuándo algo lo hace feliz o lo entristece. Su carita se ilumina con una enorme sonrisa cuando llegas a casa o llora desconsoladamente cuando no encuentra su adorado osito de peluche. 

Probablemente, tu hijo tiene su propia forma de demostrarte que está pasando por un momento difícil. Algunos se retraen y otros hacen un berrinche o se vuelven demasiado apegados a la mamá o al papá. Al ir conociendo mejor el temperamento de tu hijo, captarás mejor las señales de que algo no anda bien en su mundo.

Aunque el entretenimiento constante y comer helado de postre puede ser el sueño de todos los niños, lo que realmente hace más feliz a tu pequeño es más sencillo: . Y esa es la primera clave para criar a un niño feliz, dice Hallowell. “Relaciónate con ellos, juega con ellos”, aconseja. “Si tú te estás divirtiendo con ellos, ellos se están divirtiendo. Si creas lo que llamo una ‘niñez conectada´, darás el mejor paso para garantizar que tu hijo será feliz”. 
La receta de Hallowell para crear felicidad de por vida incluye un aspecto sorprendente: las personas felices son a menudo aquellas que dominan una habilidad. Por ejemplo, cuando tu nene practica cómo lanzarte una pelota, aprende de sus errores, aprende persistencia y disciplina, y luego experimenta la dicha de tener éxito debido a sus propios esfuerzos. 
Mucho sueño, ejercicio y una dieta saludable son importantes para el bienestar de todos, sobre todo de los niños. Los niños pequeños hacen ejercicio de manera innata. Darle a tu hijo tiempo de sobra para corretear afuera le ayudará con sus estados de ánimo. 
Algunos padres creen que criar a un niño feliz tiene que ver con hacer que todos sus problemas se solucionen. Pero Carrie Masia-Warner, psicóloga infantil y subdirectora del Instituto de ansiedad y trastornos del estado de ánimo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, ve esto como un grave error que cometen muchos padres amorosos y bienintencionados. 
Cuando tu hijo se va a un rincón a hacer pucheros en una fiesta de cumpleaños, tu reacción natural podría ser empujarlo a unirse a la diversión, pero es importante permitirle que esté infeliz. A Hallowell le preocupa que “algunos padres se angustian cada vez que sus hijos sufren un poco de rechazo, no los invitan a una fiesta de cumpleaños o lloran porque no obtuvieron lo que querían”. 
Conforme tu hijo pequeño va creciendo puedes irle enseñando la importancia y satisfacción que existe en ayudar a otros. Algunos estudios muestran que las personas que se interesan por su alrededor tienden a sentirse menos deprimidos. Los especialistas sugieren que fomentar la caridad y ayudar a los demás es una parte importante de la vida familiar y los niños pueden beneficiarse mucho de ello. 
Según Dora Wang, profesora agregada de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nuevo México y madre de Zoe, de 3 años de edad, los estudios muestran que puedes pasarles tu temperamento a tus hijos, no necesariamente a través de tus genes, sino a través de tu propio comportamiento y forma de criarlos. 

http://espanol.babycenter.com/a7900029/8-pasos-para-criar-a-un-ni%C3%B1o-feliz