Los recién nacidos son muy delicados y requieren múltiples cuidados infantiles especiales. Estas atenciones se deben reforzar todavía más en verano, cuando el calor genera riesgos que no existen en otros momentos del año, tales como deshidratación, golpe de calor, quemaduras, ataques de insectos y problemas para dormir.
Por eso, considero de gran interés dar los siguientes consejos para sobrellevar las altas temperaturas en los bebés nacidos en esta época.
-Hidratación:
Los bebes recién nacidos no deben tomar agua. El medio de alimentación e hidratación exclusivo durante sus primeros seis meses de vida, siempre que sea posible, debe ser la lactancia materna. Así lo recomiendan la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Española de Pediatría (AEP) y otros organismos oficiales. El Comité de Lactancia Materna de la AEP remarca que el niño que se amamanta a demanda (es decir, cada vez que lo solicita) "no necesita ningún otro líquido, ni agua ni infusiones", tampoco en los meses de verano.
En los recién nacidos que no toman el pecho, la hidratación también se realiza a través de la leche de fórmula. Las recomendaciones de los pediatras indican comenzar con unos 50 mililitros diarios por cada kilogramo de peso del bebé y aumentar entre 10 y 20 mililitros cada vez.
Como es posible que en los días de calor el niño demande leche con mayor frecuencia, es aconsejable que la madre le ofrezca el pecho o el biberón en reiteradas ocasiones, más que en los días templados o fríos. De todos modos, el bebé desarrolla sus propias formas de expresar que tiene hambre (o sed): busca el pecho, se lleva la mano a la boca, hace ruiditos que los padres y madres irán reconociendo a medida que se familiaricen con él.
-Temperatura:
Cuando hace mucho calor, el aire acondicionado es la solución para soportarlo en muchos hogares. Sin embargo, cuando tenemos un bebé es importante tomar una serie de precauciones para evitar exponerlo al chorro de aire de forma directa, que es lo que nunca debemos hacer. Por tanto, conviene poner el aire acondicionado unos minutos antes, para refrescar la habitación, antes de llevar al bebé y apagarlo o subir un poco la temperatura del termostato cuando el bebé esté allí.
La temperatura de la habitación girar en torno a los 22 ºC. Ten en cuenta que los bebés son muy sensibles a las variaciones térmicas. Para mantener la temperatura de la habitación lo más fresca posible durante el día, conviene abrir las ventanas a primera hora de la mañana y a última hora de la tarde y ventilar durante al menos 15 minutos. Evita que tu hijo esté situado en la zona de corriente mientras tienes las ventanas abiertas. Después, baja un poco la persiana durante las horas que más calienta el sol para mantener el frescor durante más tiempo.
Los bebés tienen la misma sensación térmica que los adultos, excepto los recién nacidos, con menos de dos o tres semanas, que aún no regulan bien la temperatura corporal. Los niños sienten más o menos el mismo calor que los adultos y cuando el termómetro sube demasiado, para evitar que sude y que su piel sufra irritaciones y sarpullidos fruto de la sudamina, conviene refrescarle con una esponjita húmeda y, una vez seco, dejarle un rato desnudo en un lugar libre de corrientes de aire.
Para sacar al bebé de paseo en los días calurosos del verano, conviene hacerlo a primera hora de la mañana o bien a última de la tarde cuando los rayos solares son más tenues y la sensación térmica menos sofocante y más agradable. Evita usar las mochilas portabebés porque el pequeño viaja demasiado pegado al cuerpo de sus padres y éste suele desprender demasiado calor cuando se camina a paso ligero y además, el bebé lleva su tronco completamente cubierto por la tela de la mochila, que también aumenta la sensación de calor.
Por tanto, para días calurosos, elige el cochecito o la sillita para pasear con tu bebé y despliega el toldo o la sombrilla de la sillita para evitar que los rayos del sol quemen su delicada piel. En la silla, tu bebé se encontrará más fresco y libre que en la mochila portabebés. Y no te olvides de las lociones o los aerosoles para ahuyentar a los insectos durante vuestro paseo o excursiones. Es importante que te lo recomiende el pediatra para que sea compatible con la piel de tu bebé y evita aplicárselo en las manos y en los pies porque podría chupárselos.
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