
Algunos padres en su afán por ser apoyo y secundados por la escasez de tiempo tienden a confundirse y terminan por acelerar el proceso de los deberes, haciéndolos en su nombre, distorsionando el resultado, independiente que las intenciones del padre sean buenas, el resultado será desastroso en cuanto a los deberes de los niños en el presente y sus futuras obligaciones de adulto.
En primer lugar hay que hacer que el niño entienda el por qué es su deber y la importancia de realizar por sí mismo las tareas asignadas. En segundo lugar motivarlo a que lo resuelva él, cómo crea que se deba hacer, y así no limitar su creatividad. Si en un principio le decimos cómo resolverlo podremos estar impidiendo que encuentre un camino diferente para el mismo fin.
El único aspecto negativo de la ayuda de los padres es cuando estos hacen a sus hijos dependientes de su ayuda para toda tarea o cuando quien realiza la actividad es el padre sobreprotector que dispone de tiempo limitado por sus propias obligaciones.
No hay una norma que indique la cantidad de ayuda exacta para todos los niños, la cual será variable de acuerdo a su personalidad destreza comprensión y muchas más características que en conjunto hacen a cada niño diferente en su forma de aprender y cumplir con sus deberes y esa misma diferencia acuñada con eficiencia y calidad forma los reconocidos hombres y los orgullosos padres.
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