jueves, 23 de noviembre de 2017

Fomento de la Inteligencia en los niños

La Inteligencia Emocional aporta bienestar, comencemos a estimularla desde pequeños y nos aseguraremos de que nuestros hijos serán personas felices.





En los últimos años se ha ido comprendiendo el valor de una inteligencia emocional potenciada y bien educada. La capacidad de regular con conocimiento nuestras emociones, sin reprimirlas sino mediante una buena gestión de las mismas, nos permite vivir con paz y armonía y ¿quién no desea eso para sus hijos? 

La Inteligencia emocional es la capacidad de identificar, nombrar, expresar y regular nuestras emociones de manera saludable y, a la vez, ser capaces de identificar también las emociones ajenas. 

Es también la capacidad para automotivarnos, controlar nuestros impulsos, la tolerancia a la frustración, la demora de las gratificaciones, la habilidad para conectar, identificar y regular nuestros propios estados de ánimo y la capacidad para empatizar y ponernos en el lugar de otra persona, identificando sus sentimientos y comprendiendo su comportamiento ante ellos, así como para confiar en los demás. 

Es por eso que una Inteligencia Emocional bien potenciada y educada mejora el rendimiento de la persona y su bienestar. Las emociones influyen en el tipo de pensamientos que tenemos y, por tanto, incide directamente sobre nuestra conducta y nuestra salud mental y, de manera indirecta pero totalmente relacionada, repercute en las relaciones sociales y en los procesos de toma de decisiones. 

Por todo lo anterior es fundamental estimular y fomentar la Inteligencia Emocional en los niños tanto como fomentamos y estimulamos otras cosas como el hábito y el amor por la lectura o la Inteligencia Matemática.

¿Cómo podemos estimular la Inteligencia Emocional en los niños?

Para empezar el peque debe conocer el nombre de los sentimientos: alegría, sorpresa, tristeza, miedo, enfado… De esta forma le ayudamos a identificar y nombrar lo que experimenta. Otra estrategia es relacionar un gesto con un sentimiento y, una vez identificado, sin reprimirlo, les orientaremos con formas de actuar saludables ante las distintas emociones. 

Además, hay que recordar que los niños aprenden por imitación así que si nosotros mismos actuamos con empatía y somos seres asertivos, nuestros niños identificarán nuestra conducta y la interiorizarán aprendiendo a relacionarse de esta manera, del mismo modo que si nos ven actuar con empatía, serán personas empáticas.

¿Cómo fomentar el desarrollo de la Inteligencia Emocional?

  • Ayudarles a identificar y nombrar sus emociones.
  • Respetar su estado emocional.
  • Normalizar y validar sus emociones.
  • Elaborar, conjuntamente con el niño, alternativas saludables de expresión emocional.

Existen diferentes estrategias para la estimulación de este tipo de inteligencia, lo mejor es hacer una combinación de todas, así nos aseguraremos que, de manera natural, el niño desarrolla y potencia correctamente su capacidad de sentir y comprender esos sentimientos y emociones. 
Muchos piensan que las emociones que sienten los bebés son escasas pero la realidad es otra. Los bebés cuando nacen, lo hacen con la capacidad de sentir dolor y también sensaciones placenteras y, a partir de los tres meses, comienzan a experimentar las emociones básicas: tristeza, alegría, enfado, sorpresa, asco y miedo.

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